miércoles, 1 de julio de 2009

Un cuento para pensar en la zona cómoda.

Un maestro paseaba con su discípulo y se encuentran con una familia humilde. Todos estaban vestidos muy modestamente y sin zapatos, al ver la casa y sus habitantes notaron la situación de pobreza en la que vivían.
El maestro se acercó al padre de familia y le preguntó de qué vivían, a lo que contestó que tenían una vaquita lechera que daba algunos litros de leche al día de los cuales vendían una parte para comprar cosas básicas y la otra, la usaban para el propio consumo.
Al alejarse del lugar, el maestro dijo a su discípulo que buscara la vaquita y la empujara por el precipicio, el joven discípulo sin salir de su asombro hizo lo que éste le dijo, aun con un gran sentimiento de culpa.
Pasó el tiempo y la culpa era tan grande que el discípulo fue a buscar aquella familia para disculparse por el daño que les ocasionó.
Cuando se acercó al paraje vio hermosos árboles, una casa grande, un hermoso auto y niños felices jugando en un hermoso jardín.
El joven se sintió devastado imaginando hubieran tenido que vender todo para poder sobrevivir. Se acercó a la casa y preguntó por la familia que vivía antes allí a lo que le contestaron que no se habían marchado a ningún lugar, que era la misma que estaba mirando en ese momento, le preguntó al padre de familia cómo había sido posible dicho cambio y éste con una enorme sonrisa contestó: “Teníamos una vaquita que nos permitía sobrevivir, pero un infortunado día cayó por un precipicio y murió, dadas las circunstancias nos vimos obligados a hacer otras cosas, a desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos, de esta manera comenzamos a prosperar y nuestra vida cambió”.
Existe una posición llamada «la zona cómoda» que es el mejor lugar para estancarse y seguir igual indefinidamente.
"Una persona que nunca cometió un error jamás probó nada nuevo". Einstein

No hay comentarios:

Publicar un comentario